El tejido sanguíneo se encuentra dentro de algunos huesos y tiene muchas funciones. Los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas son glóbulos.

La sangre, o tejido sanguíneo, se forma en tejido hemocitopoyético. Más conocida como médula ósea roja, se encuentra dentro de algunos huesos, como los que se encuentran en la región pélvica, el esternón, la clavícula y las costillas.
Las funciones del tejido sanguíneo incluyen transportar hormonas a su lugar de acción; transporte de oxígeno gaseoso y nutrientes a las células; captura de dióxido de carbono y excreciones celulares; y defensa contra agentes extranjeros. Una persona adulta tiene, en promedio, cinco litros de esta sustancia en su cuerpo.
La porción líquida de la sangre se llama plasma. Esta sustancia amarillenta es responsable de aproximadamente el 55% del volumen total de este tejido. Se compone principalmente de agua (alrededor del 90%); allí también hay sustancias que son transportadas por la sangre, como hormonas, nutrientes, gases y excretas; además de sales minerales, proteínas y glóbulos.
Las principales proteínas son las albúminas, responsables de la presión osmótica sanguínea y del transporte de ácidos grasos y hormonas; globulinas, capaces de combatir infecciones (gammaglobulina) y transportar lípidos (lipoproteínas); y fibrinógeno, que ayuda en el proceso de coagulación de la sangre.
En cuanto a las células sanguíneas, son:
GLÓBULOS ROJOS
También se denominan glóbulos rojos o eritrocitos. Estas estructuras de forma discoide, y aplanadas en el centro, tienen un núcleo, excepto en el caso de los mamíferos. Llevan en su interior moléculas de una proteína llamada hemoglobina, que es responsable del color rojo de la sangre, y también de captar oxígeno en los pulmones, transportándolo a las células del organismo. En cuanto al dióxido de carbono, menos del 25% se une a la hemoglobina y el resto es transportado por el plasma.
En los adultos, hay alrededor de 4,5 millones de estas células en cada milímetro cúbico de sangre. Un poco más del 40% está compuesto por glóbulos rojos.
LEUCOCITOS
También llamados glóbulos blancos, son células de forma circular con un núcleo. Realizan funciones según el tipo de célula, aunque la función de defensa es la principal. Corresponden a algo más del 1% del volumen sanguíneo total.
Los leucocitos pueden ser granulares o agranulares, según la presencia o ausencia de gránulos en su citoplasma, cuando se observan al microscopio. Entonces tenemos:
Leucocitos granulares:
– Neutrófilos. Núcleo con tres lóbulos, por lo general. Fagocitar microorganismos invasores y partículas extrañas. Son los glóbulos blancos más abundantes.
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– Eosinófilos. También llamado acidophilus, el núcleo generalmente tiene dos lóbulos. Gracias principalmente a las sustancias tóxicas liberadas por sus gránulos, son capaces de combatir parásitos más grandes, como las lombrices. Además, liberan antihistamínicos, evitando la manifestación de procesos alérgicos.
– Basófilos. Tienen un núcleo deformado y sus gránulos son más grandes que los de las dos células antes mencionadas, generalmente enmascarando su núcleo. Es responsable de la liberación de heparina, un anticoagulante; e histamina: sustancia que aporta mayor eficacia en la respuesta de anticuerpos y neutrófilos a las infecciones, siendo también responsable de la manifestación de síntomas típicos de la alergia, como enrojecimiento y secreción nasal.
Leucocitos agranulares:
– Monocitos. Son más grandes que otras células, con un núcleo similar a una herradura. Permanecen poco tiempo en el torrente sanguíneo y migran a tejidos específicos como el bazo, los pulmones, el hígado y el cerebro. Allí, se transforman en células llamadas macrófagos, que son muy eficientes en el proceso fagocítico de agentes invasores, células muertas y otros desechos. En el tejido óseo, los monocitos forman osteoclastos, responsables de la reabsorción del tejido óseo, permitiendo su regeneración por las células encargadas de esta función (osteoblastos).
– Linfocitos. Estas células encargadas de la defensa del organismo tienen un núcleo muy grande, ocupando casi todo su espacio. Pueden ser de dos tipos: linfocitos T o B. Estos producen anticuerpos, capaces de reconocer y combatir sustancias extrañas y microorganismos invasores. Los linfocitos T, por otro lado, atacan y destruyen células anormales, como las infectadas por virus o células cancerosas (linfocitos T citotóxicos o CD8), o estimulan la acción de estos y los linfocitos B (linfocitos T auxiliares o CD4).
PLAQUETAS
También llamadas trombocitos, las plaquetas son fragmentos citoplasmáticos que constituyen menos del 1% de la sangre. Son muy importantes con respecto al proceso de coagulación de la sangre, tanto para prevenir como para detener estos eventos. En una herida, conducen al vaso sanguíneo roto, formando un tapón; y además aportan la acción de sustancias que ayudan en este proceso.
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