La vacuna y el suero son dos agentes inmunizantes. Sin embargo, el primero garantiza la inmunización activa, mientras que el segundo promueve la inmunización pasiva.

El organismo a menudo está sujeto al contacto con sustancias extrañas. Algunas de estas sustancias (antígenos) son capaces de desencadenar una respuesta inmunitaria, es decir, la producción de anticuerpos que defenderán al organismo de esta posible amenaza. Los virus y las bacterias son ejemplos de organismos que pueden generar la producción de anticuerpos.
Tú sueros y vacunas son dos productos llamados inmunizadores, ya que actúan sobre nuestro sistema inmunológico y evitan que los antígenos causen daño. Como se fabrican a partir de organismos vivos, estas dos sustancias se denominan inmunobiológico.
Aunque ambos son inmunizadores, los sueros y las vacunas muestran algunas diferencias muy características. A vacunas, a diferencia del suero, nos protegen de una determinada enfermedad. Este es el caso de la vacuna contra la gripe y el VPH, por ejemplo. Las vacunas también son fabricado a partir de patógenos muertos o atenuados, es decir, que no pueden hacernos ningún daño.
Cuando se administra una vacuna, el cuerpo comienza a producir anticuerpos contra el antígeno y también produce células de memoria. Si luego nos exponemos al mismo agente, nuestro cuerpo podrá producir una respuesta inmune más rápida y, en consecuencia, destruirá el antígeno antes de que cause algún daño a la salud. Al estimular el sistema inmunológico, decimos que este es un tipo de inmunización activa.
O suero, a su vez, no tiene poder preventivo, sino poder curativo. En este caso, el producto que se aplicará a nuestro organismo son los propios anticuerpos, y el organismo no necesita producir estas sustancias. Por esta característica decimos que es un inmunización pasiva.
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Para la producción de suero es necesario utilizar otro animal, siendo el caballo el más elegido. En primer lugar, se inocula al animal el antígeno para el que se desea obtener un suero para que se puedan fabricar los anticuerpos. Pasados unos días, se extraen unos litros de sangre de ese animal, se separa el plasma y se somete a procesos de purificación. Después de este proceso, el material se lleva a control de calidad y está listo para su uso. Los glóbulos rojos, que no se utilizan en el suero, se vuelven a aplicar al animal.
El tipo de suero más conocido es el antiveneno, que se usa para tratar las mordeduras de serpientes. Algunas enfermedades, como el tétanos, el botulismo y la rabia, también se tratan con sueros. Además, estos inmunizadores pueden usarse para prevenir el rechazo de órganos después de los trasplantes.
Vale la pena señalar que, a diferencia de las vacunas, los sueros no garantizan una protección prolongada. Esto se debe a que, al administrar un suero, estamos inyectando anticuerpos prefabricados y, por lo tanto, no hay producción de células de memoria.
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Por Vanessa Sardinha dos Santos